No soy un gran aficionado al motociclismo. Admito que se me paró el reloj cuando Cardús perdió no sé qué Mundial contra un tipo de apellido polaco y que cuando Crivillé logró para España el primer Mundial de 500 me enteré varios días después. Pero reconozco en este blog que nace y, sobre todo, en la ilusión que desprende su protagonista muchos tics propios y comunes a cualquiera que haya tenido un sueño y esté a punto de cumplirlo.
Este diario en la red nace con la pretensión de contar las aventuras, porque en realidad de eso se trata, de Héctor Ciscar, un chaval de 20 años que está a punto de cumplir una de sus aspiraciones vitales: pilotar, participar en las carreras y empaparse del olor a gasolina y goma quemada en que desprenden los circuitos.
No hay prisa en Héctor por subir los escalones de la fama ni de la competición. Pretende disfrutar de cada prueba, de cada minuto de entrenamiento o de la carrera. Cuenta con el apoyo logístico, moral y económico del equipo OF TEAM (Olcina Familia Team), cuyas siglas ya son toda una declaración de la naturaleza del proyecto. Al frente del equipo está Juanjo Olcina como director deportivo, un apasionado de las carreras que logró contagiar su entusiasmo al resto de la familia y, cómo no, a su sobrino Héctor. No hay dudas, Héctor tiene en su ADN el motociclismo.
Tras permanecer pegado durante años a la pequeña pantalla todos los domingos de Mundial y presenciar en Cheste alguna que otra carrera del 'gran circo', le ha llegado a Héctor la hora de cambiar el sofá o la tribuna por los boxes, de liberar al piloto que siempre ha llevado dentro. En este blog se contarán sus resultados en el Campeonato de Supermotard de la Comunidad Valenciana, pero también sus experiencias, sus reflexiones y cómo es por dentro, aunque sea en un nivel primario, la competición.
Acostumbrado a tratar con equipos y estructuras profesionales, OF TEAM nos devuelve a la raíz del deporte, a ese espíritu primigenio que se suele olvidar con demasiada facilidad. Madrugar, administrar hasta el último euro y pelear sólo para disfrutar de un sueño. Y si la moto falla y no da el rendimiento esperado, siempre podrá desmontarla y fabricar lo que se proponga. Que para eso es, además, un 'manitas' de la mecánica y casi de la robótica. Cuando escasean los medios y el camino se empina, la única meta es llegar a tiempo a la parrilla. No hay fracaso posible. No importa lo que diga la clasificación al final de la carrera.
Héctor se va a comer el mundo, pero no por la gloria, la fama o el dinero, sino por demostrarse a sí mismo que es capaz de hacerlo. Y eso ya es un triunfo. ¿Cuántos nos hemos quedado con las ganas de comprobar si podíamos cumplir nuestro sueño? ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de no intentarlo? Pase lo que pase, Héctor habrá ganado. Lo sabrá. Por eso lo único seguro de esta aventura es que Héctor se dejará el alma por conseguirlo.
Pablo Verdú
Periodista deportivo "El Mundo"
jueves, 14 de mayo de 2009
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